Cuando camino por las calles de Lisboa, Estoril y Cascais.
Cuando camino por las calles de Lisboa, respiro la melancolía de una nación cuyos valientes nautas conquistaron el planeta a lo largo de la Era de los Descubrimientos. Es ésta una urbe de las que te llegan al ánima, como solo pueden hacerlo las ciudades que saben contar una hermosa historia.
La vieja carretera ribereña, la N6 se empeña en enseñarnos un paisaje regido por pequeños barrancos que apartan salvajes playas de la arena dorada. Una de ellas es la de Carcavelos, donde prácticamente cualquier día del año hay surfistas y kitesurfistas practicando el apasionante arte de cabalgar y volar sobre las olas.
Si viajamos al oeste, vemos a nuestro lado a corredores que aprovechan el extenso carril bicicleta ribereño para recorrer, de una forma sana y ecológica, esta preciosa parte de Portugal.
Pienso en cómo llegaron a utilizar los túneles que van de manera directa del hotel a algún punto oculto de la costa, en donde una embarcación que parece de contrabando marcha lejos de allá.
La creación más conocida por aquí es el bolo do rei , un familiar del roscón de reyes de España. Era el favorito de Ian Fleming, quien escribió acá ciertos pasajes de sus conocidas novelas de James Bond.
No te puedes marchar de Estoril sin jugar una mano de blackjack o bien apostar en la ruleta del casino más grande, y con más solera, de Europa. Desde mil novecientos treinta y uno, en el Casino de Estoril se han perdido y ganado grandes fortunas. Es el entorno exclusivo en el que se movía la clase chic europea.
CASCAIS
La apacible Cascais semeja echar de menos la furiosa actividad pesquera de otrora. En un pequeño negocio familiar se lleva haciendo el mejor helado de Portugal desde hace décadas.
Barrancos de Boca del Averno iStock
Desde el centro de Cascais se puede llegar caminando a la Boca del Averno. Algo más al oeste, la playa de Guincho es el sitio idóneo para gozar de un día al sol, así sea tumbado o bien practicando surf, windsurf o bien kitesurf.
SINTRA: DE CUENTO
Tras partir de la playa de Guincho, tomamos dirección norte para adentrarnos en el Parque Natural de Sintra-Cascais. El Cabo de la Roca es el punto más occidental de la península ibérica. Sintra es uno de esos pocos lugares del planeta que podrían servir, sin alterar nada, como set de rodaje de alguna película de fantasía. Gran culpa de ello la tiene el Palacio Nacional da Pena, que surge entre peñascos y de una espesa floresta en el punto más elevado de Sintra.
El Palacio da Pena, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en mil novecientos noventa y cinco, está constituido por un conjunto de edificios de testeras coloridas en las que no se puede adivinar un patrón de construcción. Es muy normal que tanta belleza inspirase a los más bravos nautas que ha conocido la Historia.